viernes, 12 de junio de 2009

ORIGENES DE LA COPLA, 1ª parte


Con el comienzo de la década de los años 30 del pasado siglo XX, la música popular que más años estuvo en boga fue la Canción Española, siendo la preferida del público español y buena parte del hispano-americano, hasta bien entrados los años 50.
A todas las interpretes del género se les ha denominado indistintamente como tonadilleras, copleras, o folclóricas, lo cual no me parece para nada correcto, prefiero llamarlas cancionistas, que es como se debiera denominar a los artistas que cantan canciones. A los hombres de un determinado estilo andalucista, como Miguel de Molina, Tomás de Antequera, o Miguel de los Reyes, se les llamaba cancioneros.
Estoy totalmente de acuerdo con lo que escribió Federico Romero en el prólogo al libro Tonadilleras y cupletistas, de Díaz de Quijano: "Remontémonos a los origenes de la vida humana para exponer nuestra sospecha de que la canción menuda es hermana melliza del habla. Antes que el verbo, con minúscula, fueron el gesto y el ademán... El hombre descubrió la danza como expresión de alegría... Luego, por impulso irrefrenable, se comenzó a animar a los danzantes cantado, sin palabras significativas, las improvisaciones melódicas... El tiempo corre, se civiliza el hombre, muy despacito, se torna poliforme, es el salmo, es el himno, es el epigrama, es el madrigal, es la trova, es el tono, es el romance, es la copla, es la jácara, es la tonadilla..."
Así, los origenes de la Canción Española, intentando hacer un estudio docto y exhaustivo de su historia -lo cual no pretendo desde aquí- podrían remontarse a los primeros pasos de nuestros antepasados sobre la tierra. Pero me centraré en tiempos más cercanos a los nuestros.
Su origen, casi con toda seguridad, vendría de la jácara de principios del siglo XVIII, antecesora de la tonadilla. Al igual que la jácara-canción derivó en la tonadilla-canción, la jácara entremesada dió origen a la tonadilla escénica. Esta última a su vez, sería el embrión de un nuevo género, la Zarzuela.
La tonadilla se cantaba como prólogo coral en casi todas las representaciones teatrales, con tal éxito, que en pocos años se incluiría también en los intermedios, pero siendo ya interpretada por una figura femenina cantando una canción, más o menos corta, llamada tonadilla. De ahí que la artista recibiera el nombre de tonadillera.
Las crónicas recogen la fama que que adquieron como grandes tonadilleras, algunas de las más importantes artistas de aquella época. Siendo todavía hoy de mención obligada los nombres de Lorenza Correa, La Tirana, Teresa Garrido, Catalina Pacheco, María la Granadina, María Alcazar, Polonia Rochel, Catalina Tordesillas, Casimira Blanco 'La Portuguesa', Mariana Raboso y Antonia del Prado, entre otras. Pero la reina indiscutible del género, según todas las crónicas, fue María Antonia Vallejo Fernández, nacida en 1750 en Motril, Granada, y muerta en Madrid en 1987, conocida popularmente con el sobrenombre de La Caramba, cuya fama y leyenda ha perdurado hasta nuestros días. Su éxito fue tal, que hasta en pleno siglo XX, el genio inmortal de aquel inigualable tánden de la Copla, formado por Quintero, León y Quiroga, compusieron una copla contando su historia, que pregonó por medio mundo Conchita Piquer. También encontramos bastante documentación sobre su vida y su carrera en dos estupendas biografías escritas sobre ella. La primera: Vida alegre y muerte ejemplar de una tonadillera del siglo XVIII, escrita en 1944 por Nicolás González Ruiz. La segunda: María Antonia La Caramba, el genio de la tonadilla en el Madrid goyesco; de 1972, por Antonina Rodrigo.
Durante el siglo XIX la tonadilla pasó a mejor vida, dando paso al género chico, aunque en muchas zarzuelas, se introducía más de una tonadilla, con sus contenidos a veces sentimentales, o en ocasiones picarescos. Entrado ya el siglo XX, los autores de zarzuelas, iban incluyendo en sus obras, primero, schottish y couplets, y más tarde marchas, pasacalles y pasodobles.
En otros países, pasaba algo similar con el devenir de la música popular. A ello se debió que a finales del siglo XIX en Francia, triunfase un nuevo estilo: el couplet, derivado de músicas populares, festivas, de ritmo contagioso, que nacido en las tabernas y cafés, terminó imponiendose en los music-halls y las variedades.
Este ritmo transpasó las fronteras, implantándose en nuestro páis con el nuevo siglo XX. Aunque en sus principios fue un género burdo, creado para que muchas pseudo artistas pudieran lucir sus encantos, acompañandolos de ademanes soeces y molinetes lúbricos ante los hombres, en poco tiempo resplandeció con luz propia, conviertiéndose en el refinamiento de la canción escénica y, adoptando el nombre español de cuplé. llegando incluso a poner en peligro a la zarzuela, el género imperante en los escenarios por entonces. Aunque la implantación del cine en los años 10, ayudó a que esto no ocurriera.
Según todas las fuentes, la primera introductora del cuplé en nuestro país fue Augusta Berges, artista de ascendencia alemana, que hizo célebre uno de los cuplés más famosos de todos los tiempos, "La pulga". Esto ocurría en el teatro Barbieri de Madrid, hacia el añó 1895 o 1897, en un espectáculo lleno de números malavares, funambulismo y de magos. ¡Habían nacido las variedades! Fue tal el éxito, que poco después Pilar Cohen y La Chelito, también anduvieron buscandose La pulga por los escenarios durante varias temporadas. -El Barbieri estaba situado en la calle Primavera, a un paso de Lavapiés, desapareció en la madrugada del sábado 11 de septiembre de 1917, pasto de las llamas.
Las variedades causaron furor, y dentro de ellas, el cuplé se convirtió en el plato fuerte. Con tal éxito popular, que hasta los Hermanos Alvarez Quintero escribieron un sainete títulado El género infimo, que definió desde entonces a este género.
Continuará...
Discos recomendados:
ANTOLOGÍA DEL CUPLÉ. Grabaciones 1907-1936 (ElDelirio 2000)
Esplendida edición, restauración. Con 48 de las artistas más representativas del género. Con un genial librito con fotos de las 48 interpretes. desgraciadamente agotado.

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